Cada vez valoro más el silencio. Esa radio que se apaga. Esa voz que se calla. Ese coche que se detiene. Es como si pudiera parar el tiempo al cerrar de ojos. Como si todo fuera mucho más fácil de lo que es. Más simple. Más de verdad. Más mío. Más yo. Dura muy poco, casi nada. De repente, todo vuelve a arrancar, la tertulia, la bronca, el tubo de escape...
Mi pulso.