Imposturas
Juan José Millás El País
20/5/2005
Si ustedes entran en la página web del PP y buscan la biografía de Fraga Iribarne, comprobarán que nació en Vilalba, Lugo, que estudió Derecho, Ciencias Políticas y Económicas, que ingresó en el Cuerpo de Letrados de las Cortes Españolas en 1945 y en la carrera diplomática en 1947. Desde ahí, desde el año 1947, la biografía da un salto mortal hasta 1973. El hombre se ha quitado 30 años de encima, precisamente los más innobles. Quizá no esté tan orgulloso como creíamos hasta ahora de haber sido el mayordomo de Franco. De otro modo, no lo ocultaría con ese descaro. Ahora bien, se ha quitado mejor las arrugas de la foto que los años de la biografía. Pero es que para las arrugas hay unos programas de ordenador formidables. Para los años, en cambio, la única solución en echarle caradura.
En el párrafo anterior hemos utilizado un par de veces la palabra biografía a sabiendas de que cometíamos un error: las personas como Fraga sólo tienen currículum. Y díganme, ¿quién no ha falsificado su currículum para conseguir un trabajo? ¿Quién no ha tenido la tentación de atribuirse estudios de los que carecía? Roldán puso en el suyo que era licenciado. Y no lo hizo por maldad, sino para acceder al puesto de Director General de la Guardia Civil, para el que había mucha competencia. El mismo Enric Marco, al que tanto censuramos estos días, mintió sobre sus sufrimientos en los campos de concentración para presidir una asociación de víctimas del nazismo. Todo el mundo quiere ser algo que no le permite su currículum. Fraga quiere ser demócrata y por eso se ha quitado de encima treinta años de colaboración con Franco. Es muy de respetar.
Quizá lo censurable sea el modo en que lo ha hecho. Eliminar treinta años de un plumazo produce en el lector ingenuo un asombro legítimo, además de dejar el currículum reducido a un epitafio. Si Fraga se quedara mudo y le diéramos un papel y un lápiz, como al pianista misterioso, escribiría un decreto en vez de dibujar un instrumento musical. Y es que al final, por más esfuerzos que uno haga, la biografía asoma por de debajo o por encima del currículum. La de Fraga es impresentable.
Juan José Millás El País
20/5/2005
Si ustedes entran en la página web del PP y buscan la biografía de Fraga Iribarne, comprobarán que nació en Vilalba, Lugo, que estudió Derecho, Ciencias Políticas y Económicas, que ingresó en el Cuerpo de Letrados de las Cortes Españolas en 1945 y en la carrera diplomática en 1947. Desde ahí, desde el año 1947, la biografía da un salto mortal hasta 1973. El hombre se ha quitado 30 años de encima, precisamente los más innobles. Quizá no esté tan orgulloso como creíamos hasta ahora de haber sido el mayordomo de Franco. De otro modo, no lo ocultaría con ese descaro. Ahora bien, se ha quitado mejor las arrugas de la foto que los años de la biografía. Pero es que para las arrugas hay unos programas de ordenador formidables. Para los años, en cambio, la única solución en echarle caradura.
En el párrafo anterior hemos utilizado un par de veces la palabra biografía a sabiendas de que cometíamos un error: las personas como Fraga sólo tienen currículum. Y díganme, ¿quién no ha falsificado su currículum para conseguir un trabajo? ¿Quién no ha tenido la tentación de atribuirse estudios de los que carecía? Roldán puso en el suyo que era licenciado. Y no lo hizo por maldad, sino para acceder al puesto de Director General de la Guardia Civil, para el que había mucha competencia. El mismo Enric Marco, al que tanto censuramos estos días, mintió sobre sus sufrimientos en los campos de concentración para presidir una asociación de víctimas del nazismo. Todo el mundo quiere ser algo que no le permite su currículum. Fraga quiere ser demócrata y por eso se ha quitado de encima treinta años de colaboración con Franco. Es muy de respetar.
Quizá lo censurable sea el modo en que lo ha hecho. Eliminar treinta años de un plumazo produce en el lector ingenuo un asombro legítimo, además de dejar el currículum reducido a un epitafio. Si Fraga se quedara mudo y le diéramos un papel y un lápiz, como al pianista misterioso, escribiría un decreto en vez de dibujar un instrumento musical. Y es que al final, por más esfuerzos que uno haga, la biografía asoma por de debajo o por encima del currículum. La de Fraga es impresentable.
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